Naciste,

tal vez,

al atardecer,

te escurriste por las entrañas del mundo,

por el cosmos.

Tal vez,

viviste en el infierno,

te quedaste clavada al cuerpo etéreo de la eternidad,

con la divinidad.

Buscaste otros cuerpos,

descubriste el mío,

miraste mi piel,

te convertiste en ella,

al oído susurraste un secreto, «Llorona».

Tus fantasmas,

encontraron cobijo en los míos,

resucitamos en la noche,

caminamos sin rumbo,

efímeros,

cansados,

olvidados.

La vida tembló

con nuestros muertos pasos:

flotamos recorridos por los pétalos flácidos de flores cansadas,

por el pasado que castiga,

por un futuro que no existe.

Nos desvanecemos, «Llorona»,

caemos al piso desértico para evaporarnos.

«Llorona»,

«déjame ayudarte»,

¡ayudarnos!

Abrázame,

caminemos a la par del secreto,

al amanecer,

busquemos el amor que nos tuvimos.

P.D. Las frases entre comillas son de Saúl Hernández, vocalista de Caifanes.

P.D.1. Este poema y el resto inspirados en la trayectoria musical de la banda mencionada, intitulados con números romanos, pertenecen a un poemario inédito llamado: Alma: lo que es invisible a los ojos.

P.D.2. Se recomienda escuchar la rola luego de leer el poema.