Por supuesto que el título de esta antología de cuento es sugestivo y, además,pareciera una orden cuyo instrumento es el fuego. Llegar hasta la ceniza, sin probabilidad de rescatar algo, sin evidencia o tal vez sí: la expiación.
¿Hay oculto un secreto? ¿Una verdad capaz de destruir el mundo o las “buenas formas”? ¿Una tormenta -bueno, ésta ya existe y está encima de nosotros-?
Esta compilación no es un trabajo emergente ni de cuates que se vanaglorean unos a otros. Es talacha de tres años. Es creatividad y masoquismo -resumieron algunos de sus autores-. Tanto “el tallerista” cómo “la prefecta” fueron implacables con el oficio de escribir, que no solo, además, documentación e investigación; análisis y crítica.
N.e. el tallerista: Luis Humberto Crosthwaite; la prefecta: Karla Rojas Arellano.
Me complace leer una antología sin la pandemia entre sus líneas, sin embargo, queda el signo de la muerte. En estos cuentos, desde el enfoque de cada autor, explícito o no, está presente. En torno a ella las narraciones toman rumbo: referencias, guiños, lenguajes, atmósferas, detonantes, romances, agonías e incertidumbres… ¡Expiación!
¿Con la ajena, la propia?
Siendo la última, entonces, habrá que terminar el ritual propuesto: venga el fuego entre sus páginas y… Quémese después de leerse.
P. D. Finales abiertos, no cualquiera: la línea, entre dejar una historia en plena desolación y la de abrir un abanico de posibilidades, es muy fina. Quémese después de leerse, en su mayoría, es ejemplo de la última. Propone entonces otros espacios y provoca la búsqueda de otros derrotetos.
P. D. 1. Se recomienda -como homenaje al principio fundador del taller El Cerillazo (“fue tu cuento un cerillazo que pronto se escribió”)- leer la antología y, estas palabras, con la compañía del corrido norteño de su preferencia.
Periferia, Ciudad Monstruo, al atardecer de la antesala invernal, 2013
(Publicado en la revista Conversatorio. Ético, estético y político, noviembre 21, 2023).
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